Desobediencia inteligente

Romper las reglas y provocar esa sincronización imprescindible entre la visión de la organización y la de cada individuo que le da vida.
Óscar Carbajo Fernández
28 ene 2014 · 4 minutos de lectura

Desobediencia inteligente es un término que se utiliza para denominar una técnica de adiestramiento para los perros-guía que ayudan a personas invidentes. Gracias a esta técnica los animales están preparados para desobedecer las órdenes de su amo cuando éstas pueden conducirlo a una situación de peligro.

En esta época de crisis y de alta competencia, algunas organizaciones del sector tecnológico demandan nuevos arquetipos que les sirvan como perro-guía para evitar situaciones de peligro; buscan procesos que potencien la innovación para mantenerse en una carrera en la que ya no sólo prima la resistencia, sino que ahora también adquieren mucha importancia la velocidad y el dinamismo. No es fácil cambiar el ecosistema de una empresa, ya que una nueva metodología implica retos tan importantes como: abandonar rutinas caducas, superar el miedo a lo desconocido, buscar líderes que permitan mitigar problemas durante períodos de transición, potenciar la creatividad, promover el conocimiento compartido o conquistar un terreno tan complejo y delicado como el de las emociones.

El éxito de una organización no sólo depende de atraer y retener talento sino de conectarlo. Las empresas deben confiar en los profesionales, sobre todo en los que conocen bien su trabajo y no se conforman; es fundamental que se sientan seguros para desafiar el orden establecido, que pongan toda su creatividad y su talento al servicio de los clientes, el negocio y la tecnología. La empresa tiene que ser la primera en dejar muy claros estos dos principios: la creatividad sólo es realmente útil cuando conduce a la innovación y en nuestra empresa SI pagamos por pensar.

Imaginemos el caso de una empresa que cuenta con trabajadores de alto nivel, que dispone de la mejor tecnología y que puede presumir de liderazgo… tiene el talento y las herramientas necesarias para el éxito, pero fracasará en sus objetivos si es sometida a una rutina maltratada por el “cortoplacismo”. Puede ser doblegada por una cultura organizacional que se consume a sí misma, más preocupada por preservar el estatus quo que por cuestionar sus propios principios.

La solución está en las personas que conforman la organización, una red humana de conocimiento aplicado que, en muchos casos, no conoce el verdadero potencial de su poder creador. El subconsciente es un depredador que reduce a cenizas el potencial creativo subyugándolo a falsas creencias, a la rutina y al miedo. Miedo a pensar, miedo a no llegar, miedo a someter nuestras opiniones al juicio de otros, miedo a soñar en voz alta, miedo a lo desconocido. Las personas se convierten en “no-pensadores” o “no-soñadores” que se quejan por los pasillos mendigando afecto, atención, dinero… Intentan calmar su desasosiego culpando a otros cuando realmente es el propio individuo el que asume y acepta su estatus quo.

Por todo esto, creo que es un buen momento para promover la técnica de la desobediencia inteligente, un momento ideal para romper las reglas y provocar esa sincronización imprescindible entre la visión de la organización y la de cada individuo que le da vida. Las organizaciones necesitan una nueva praxis para construir un entorno mucho más dinámico, un espacio para la creatividad y la innovación. La disrupción inteligente no sólo consiste en pensar de una forma distinta sino en actuar de forma distinta. Para ello se necesitan personas-guía que estén perfectamente adiestrados para desobedecer las órdenes cuando sus dueños se exponen a un peligro.

La desobediencia, según Oscar Wilde

“La desobediencia, a los ojos de cualquiera que haya leído la historia, es la virtud original del hombre. El progreso ha llegado por la desobediencia, por la desobediencia y la rebelión.”

Los cambios normalmente no fallan porque se apliquen demasiado pronto, casi siempre fallan porque llegan demasiado tarde. Si la organización antepone el éxito antes del compromiso nunca conseguirá ninguno de los dos. La desobediencia inteligente es una solución posible para romper las reglas, hoy en día es difícil encontrar agentes de cambio que renueven la fe y la motivación por la innovación.

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