En un mercado tan competitivo, distinguirnos es imprescindible. Las empresas emergentes hacen todo tipo de cosas para mostrarse diferente. Y una forma de demostrarlo es ofreciendo a sus empleados; beneficios, ventajas o lo que llamamos en inglés, perks.
En el mundo de la startup tecnológica es frecuente que las empresas ofrezcan todo tipo de beneficios a sus empleados. Desde algo a lo que estamos más habituados como un seguro médico o tarjeta restaurante hasta beneficios más extravagantes como clases de boxeo o servicio de peluquería en el trabajo.
Desde la situación de la pandemia, algunos de los beneficios que ofrecían las empresas, han dejado de ser de utilidad para el empleado y se han visto en la necesidad de replantearlos. Por ejemplo, en algunas startups tecnológicas americanas, han sustituido chefs gourmet en el campus por entregas gratuitas de bocadillos. Además, se está impulsando el apoyo al cuidado de niños y los servicios de salud mental.
La pandemia, en mayor o menor medida, ha impactado en todos nosotros. La mayoría de las empresas no trabajaban en remoto, se han visto obligadas a convertirse en remotas. Un paso que no ha sido elegido por ninguno de nosotros y que ha cambiado no solo la cultura de una empresa, sino nuestro modelo de vida.
Toda esta situación que estamos viviendo, me ha llevado a reflexionar que el atractivo y aquello que hace diferente a una empresa, tal vez no debería estar en los beneficios del empleado, sino en algo más profundo como los valores y la cultura.
Por un lado, sabemos que compartir valores y sentirnos identificados con la cultura de una empresa es importante, pero ¿hasta qué punto es tan importante?. Por otro lado, ofrecer beneficios sociales a los empleados es positivo, pero ¿podemos estar confundiendo esos beneficios con la cultura de una empresa?.
Los perks son buenos, pero no son cultura
Muchos de nosotros, cuando hablamos del diseño de una oficina, tener una guardería, una mesa de pin pong, fruta para desayunar o incluso clases de yoga, creemos que es cultura. Pero todos estos ejemplos, son ventajas o beneficios que se ofrecen a los empleados.
La cultura son los valores y comportamientos específicos compartidos en la organización. Es decir, los beneficios pueden demostrar un equilibrio entre la vida laboral y personal o favorecer la diversión en el trabajo o cualquier otro valor, pero si ese valor no se ve en el comportamiento de los empleados ni en la dirección entonces no forma parte de la cultura.
Las ventajas son buenas, pero no son cultura.
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La cultura es importante, pero con criterio
En el mundo de la startup tecnológica, se habla mucho de la importancia de la cultura de empresa. Pero, ¿realmente es tan importante o le estamos dando demasiada importancia?.
Si la startup desarrolla un producto muy competitivo, es viable que conquiste el mercado y ofrece excelentes condiciones profesionales a sus empleados, entonces sí importará la cultura de empresa. Pero, si no se logra esos objetivos, la cultura no importará ni lo más mínimo.
Entonces, ¿para qué vamos a dedicar tiempo a hablar de cultura? Por tres razones:
- La cultura importa si nos ayuda a lograr los objetivos anteriores (Producto competitivo, conquistar el mercado y condiciones profesionales competitivas para sus trabajadores)
- A medida que la empresa crece, la cultura puede ayudar a preservar los valores clave y hacer de la empresa un lugar mejor para trabajar.
- Porque sería muy triste esforzarnos en conseguir que una empresa tenga éxito y tener que tomar de decisión de marcharnos por su cultura.
Según mi experiencia, la mayoría de las startups que están empezando y están formadas todavía por equipos pequeños, no les preocupa el tema de la cultura porque consideran que están en una fase muy inicial y no tienen el crecimiento necesario como para que sea un problema. En cambio, otras startups que se encuentran fases más avanzadas y suelen ser de mayor tamaño, se preocupan demasiado porque todos y cada uno de los profesionales encajen con su cultura.
Cada una de las personas que forman parte de una empresa es diferente y eso hace que cada profesional tenga sus particularidades y destaque en algunos aspectos. Esa heterogeneidad no debería ser el problema, al contrario, es un valor diferencial y enriquece a la compañía. Por tanto, ni deberíamos crear entornos obsesionados con la cultura de empresa, ni que nos dé igual que la mayoría de nuestros empleados no compartan los valores que definen a la empresa y que conforman nuestra cultura.
Conclusión
Toda empresa inteligente valora a sus empleados. Las ventajas son buenas, pero no son cultura.
Ya sea por exceso o por defecto de cultura, provoca impacto en la empresa.
Una vez que sabemos qué es cultura empresarial y entendemos su importancia, somos conscientes del proceso tan complejo que conlleva construirla.